Hablando llanamente: Monarquía y Estado democrático. Notas sobre una paradoja
DOI:
https://doi.org/10.7203/cc.1.19049Abstract
Monarquía y Democracia obedecen a principios distintos, cuentan con cada una de ellas con su propia lógica y exigencias, de tal modo que el principio monárquico y el democrático resultan lógicamente incompatibles. Sin embargo la realidad muestra que puede haber y hay democracias de alta calidad que, al mismo tiempo, son Monarquías, y que hay sobrada argumentación para sostener las ventajas de la forma monárquica en el Estado Constitucional Democrático. Una posible vía de explicación, que aquí se explora, sostiene que tal clase de Estado, procede de la confluencia de dos corrientes ideológicas distintas, confluencia que produce una combinación con la concepción propia del Estado Constitucional como un Estado de “constitución limitada”, división de poderes, derechos fundamentales y representación, y una tradición democrática republicana que defiende la necesidad del sufragio universal y, con el, la política de masas y los instrumentos necesarios para que uno y otra puedan desenvolverse. Aplicando el criterio clásico de raíz helénica el Estado Constitucional Democrático actual es, en rigor, una variante contemporánea de la vieja idea del “gobierno mixto”, en la que el principio de legitimidad democrática, el sufragio universal y los derechos de participación constituyen en componente democrático, las elecciones y la representación definen el componente aristocrático y las magistraturas unipersonal en monárquico. Lo que permite explicar la paradoja de la Monarquia Democrática.
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